La Magia de Cabalgar un Corcel de Papel bajo la Luna

De paseo a la luz de la luna cabalgando un bello corcel de papel en compañía de mi querido amigo Miaublack, el mundo bajo nosotros dejó de tener peso.

El único sonido era el suave crujido de los pliegues de mi montura, un crac-crac rítmico, como páginas de un libro pasándose solas. Mi caballo, blanco y geométrico, brillaba con tal intensidad bajo la luna que parecía hecho de luz sólida, cortando el aire frío de la noche.

Detrás de mí, Miaublack se aferraba con garras suaves; él era el contraste perfecto, una mancha negra de tinta viva y cálida sobre el lomo inmaculado de papel. No necesitábamos riendas ni brújula. Esa noche, la gravedad no dolía y el horizonte era un lienzo en blanco esperando a que decidiéramos qué color inventar al amanecer

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